domingo, 4 de febrero de 2018

Reseña: Cinezoico

¿Hola? ¿Queda alguien por aquí? ¿Hola? ¿Alguna persona sigue pendiente todavía de las andanzas de este antaño activo blog sobre paleontología? ¿Cuánto tiempo ha pasado ya desde la última entrada, medio año o así? Han sido unos meses de estar hasta arriba, con estancias en el extranjero (tanto Dani como yo) y, además en mi caso, el empujón final de la tesis, que está al caer. Si alguno sigue al tanto de nuestras peripecias en este blog está de suerte, porque hoy tenemos entrada nueva: una reseña recién salida del horno del libro "Cinezoico. El dinosaurio a través de la historia del cine".


Publicado en septiembre de 2017 (¡hace solo unos meses!), escrito por Octavio David López Sanjuan (¡colaborador en la revista "Scifiworld" y autor de "¿A quién vas a llamar?"!) y con un prólogo del mismísimo José Luis Sanz (¡nuestro querido Pepelu), este libro nos da ni más ni menos que lo que promete en su título. A lo largo de 29 capítulos, el autor repasa la trayectoria de los reptiles más famosos del Mesozoico en el cine, desde sus orígenes hace más de 100 años hasta las películas más recientes como "Jurassic World" o "El viaje de Arlo". Además, en un capítulo extra (el número 30), damos un salto de la gran a la pequeña pantalla, y se abordan las distintas producciones dinosaurianas que se han realizado en la historia de la televisión, como "Dino Raiders" o "Primeval".

¡Encima me enviaron estos bolis y este marcapáginas! ¿Qué más se puede pedir? 

Todas las reseñas que he leído sobre este libro son muy positivas, y lo cierto es que no puedo estar más de acuerdo. De hecho, lo que me alucina por encima de todo es que proporcione tantísima información en tan poco espacio. No os vayáis a pensar que esto es algo malo, que dispara datos con metralleta o que está todo condensado y metido con calzador como en un listado. Al contrario: es increíble como, en capítulos que apenas superan las 10 páginas, Octavio López es capaz de contarte de manera tan amena tantas cosas sobre la producción de las películas, sobre sus actores, sus directores, su banda sonora, sus efectos especiales, su recepción o los dinosaurios que aparecen en ellas. Todo esto aderezado con pequeñas píldoras de información paleontológica, que para nada dan la sensación de ser un añadido, sino una valiosa información complementaria. Podrías pensar, quizás, que 29 capítulos son pocos para hablar de la enorme cantidad de películas de dinosaurios que existen. Falso: aunque cada capítulo está centrado en una película (normalmente, las más icónicas de su época), también aprovecha para comentar otras producciones contemporáneas y de menor calado y calidad (¡pero si hasta están incluidas las bochornosas producciones de Asylum y similares!). No sé si el autor se habrá visto todos los filmes sobre dinosaurios existentes, pero por lo menos una gran mayoría de ellos seguro que sí... ¡no quiero imaginar las pelis que habrá tenido que echarse a la cara! Su labor es encomiable, desde luego.

¡Bravo por haber sobrevivido a "Aztec Rex", Octavio!

Además de haber disfrutado enormemente este libro (que se lee en un suspiro), "Cinezoico" me ha hecho darme cuenta del poco cine de dinosaurios que he consumido. ¿Cómo puede ir uno de amante de los dinosaurios cuando prácticamente lo único que ha visto previo a "En busca del valle encantado" es la "King Kong" original? ¡Mal, Carlos, mal! Por otro lado, este libro ha hecho que me pique el gusanillo para ver más películas de este tipo. Así, cada pocos días me metía en Youtube para buscar escenas de determinadas películas y poder analizar, por ejemplo, cuánto había mejorado la técnica del stop-motion desde el realizado por Willis O'Brien en "El mundo perdido" (1925) hasta el de Harryhausen en "El valle de Gwangi" (1969). ¡Y además me ha descubierto un montón de películas que desconocía!

Así que resumiendo: si os gusta el cine, os gustan los dinosaurios, o, mejor todavía, os gusta el cine de dinosaurios, haceos YA MISMO con "Cinezoico". Es conciso, ameno, fácil de leer y tremendamente instructivo. ¡Totalmente recomendado!

viernes, 21 de julio de 2017

Nuevo viaje a la costas triásicas

En septiembre del año pasado, tanto Dani como  yo (así como muchos otros amigos y compañeros) estuvimos en las VII Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno, congreso que se celebra cada 2-3 años en la localidad burgalesa de Salas de los Infantes. Paleontólogos nacionales e internacionales se dieron cita en estas jornadas, a las que asistieron incluso expertos renombrados de la talla de Paul Sereno, y allí pudimos presentar varios de nuestros avances en este mundillo de la paleontología. Posteriormente, los organizadores del congreso dieron la oportunidad a los ponentes de publicar los resultados de sus contribuciones en forma de artículo científico en la revista Journal of Iberian Geology. Y así, varios meses después aquí estamos, presentando "The eosauropterygian fossils from the Middle Triassic of Canales de Molina (Guadalajara, Spain)", firmado por un servidor y sus directores, todos miembros del Grupo de Biología de la UNED. 


Lo que tenéis sobre estas líneas es una pequeña muestra de los abundantes restos vertebrales de reptiles marinos que se encontraron en 1980 en las cercanías de Canales de Molina (Guadalajara), en sedimentos del Ladiniense (Triásico Medio). Aunque se conocían estos fósiles desde hace más de 30 años, nunca se habían estudiado en detalle, así que quiero agradecer al Instituto Geológico y Minero de Madrid (lugar donde se encuentran estos restos) la oportunidad que me dieron de trabajar con ellos. A las decenas y decenas de centros vertebrales y arcos neurales (muchos más de los que veis aquí), hay que sumar también dientes, costillas y distintos elementos de las extremidades. 

¿Y quién es el dueño de todo estos huesos? Bueno... eso es ya más complicado de decir. Por desgracia, aunque tenemos muchos fósiles provenientes de Canales de Molina, todos ellos son elementos aislados y en ocasiones rotos, y por sí solos no proporcionan demasiada información. Sabemos, eso sí, que pertenecen a sauropterigios, el grupo de reptiles marinos que incluye a los famosos plesiosaurios. Podemos concretar un poco más y asegurar que, dentro de los sauropterigios, son asignables a miembros de Eosauropterygia (todos aquellos miembros de Sauropterygia que excluyen a los placodontos). Los plesiosaurios no habían aparecido todavía en el Triásico Medio, así que estos huesos tienen que pertenecer a eosauropterigios basales, como los notosaurios, los simosaurios o los paquipleurosaurios. La verdad es que es complicado ir más allá en la asignación taxonómica de estos restos: algunas vértebras y dientes sí son claramente de notosaurios, y un húmero parcial es muy muy parecido al del género Nothosaurus, pero con muchos otros restos... Como no se puede decir más, quedan clasificados en el trabajo como pertenecientes a eosauropterigios indeterminados. Lo más probable, eso sí, es que pertenezcan, tanto por morfología como por tamaño, a notosaurios de talla pequeña o mediana. 

Boceto basado en un cráneo de Nothosaurus winterswijkensis, un notosaurio de tamaño relativamente pequeño.

Pese a no poder determinarse a qué animal pertenecieron los restos, es importante que estos hayan sido descritos y figurados en detalle de cara a futuros trabajos e investigaciones. El trabajo también sirve para poner de manifiesto la importancia del patrimonio paleontológico de esta localidad, así como su posible potencial. De todas formas... atentos a Canales de Molina y Guadalajara en general en el futuro, que nos darán cosas bastante chulas. Palabra.

P.D.- Seguimos dando el coñazo con DinoBusters, así que os dejo a continuación "El Deino Caído", programa número 11 dedicado al extraño (y durante mucho tiempo misterioso) ornitomimosaurio Deinocheirus.


lunes, 12 de junio de 2017

DinoBusters: ¡ornitoscélido, te elijo a ti!

Ya sabéis que, mientras publicamos ocasionalmente por aquí (y pretendemos seguir haciéndolo!), también grabamos una vez al mes el podcast DinoBusters con nuestro querido Francesc Gascó (Pako para los amigos). Así pues, por si alguno de vosotros no los ha oído aún (o si es nuevo por aquí), os dejamos a continuación los últimos 5 programas, que van desde enero hasta mayo.



En nuestro programa número 6, "Los Huevos del Hambre", damos un repasillo a varias noticias de actualidad relacionadas con los huevos y nidadas de los dinosaurios.




Con el programa número 7, "Podcast, te elijo a ti", hacemos un guiño a la saga de juegos y series de Pokémon y vamos "capturando" un sinfín de noticias relacionadas con diversas criaturas prehistóricas. Además, Dani y Pako hablan sobre su último trabajo, aquel que trata sobre los osteodermos de titanosaurios de Lo Hueco




En el mes de marzo salió a la luz un artículo que puso patas arriba mucho de lo que sabíamos sobre dinosaurios: según la hipótesis publicada, la topología más básica y general del árbol evolutivo de Dinosauria cambiaría totalmente, agrupando a los terópodos y ornitisquios en un clado (Ornithoscelida), y quedando Saurischia  reducido a sauropodomorfos y herrerasaurios. De todo este follón hablamos en nuestro programa número 8, "Agárrame esos Saurischia"




En abril tuvo lugar el XV Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología en la localidad portuguesa de Pombal, en cuya organización estuvimos implicados. En "Jurassic Pombal" encontraréis una crónica grabada desde el propio congreso (éxito absoluto, por cierto!).




Y acabamos con nuestro programa de mayo, donde celebramos el 20º aniversario de Jurassic Park: The Lost World y utilizamos esta película para charlar sobre algunos de los dinosaurios que aparecen en ella. Esto, junto alguna noticia de actualidad, es lo que podéis encontrar en nuestro episodio número 10, "T. rex Story 2"




Y esto es todo por el momento. Si os gusta, seguid atentos a más novedades y más programas, y comentad aquí, en Ivoox o en Twitter qué os parece. ¡Un saludete!

lunes, 29 de mayo de 2017

*SPOILERS* ¿Concavenator en Jurassic World 2? *SPOILERS*

Un aviso a navegantes. Si son fans de la saga de Jurassic Park esta entrada contiene SPOILERS potenciales sobre la quinta entrega, que se está rodando actualmente. Avisados quedan.


Recurrente en este blog, Concavenator corcovatus vuelve a dejar constancia como uno de los referentes principales de la paleontología de dinosaurios en la Península Ibérica. Y esta vez, ni más ni menos que en su potencial influencia en la próxima entrega de Jurassic World. Sí, sí, en una de las sagas cinematográficas de dinosaurios de mayor éxito de la Historia. Recalcamos desde Dinosaur Renaissance que, pese a no estar confirmada la identidad de Concavenator en la nueva entrega, sí podemos asegurar que, al igual que ya ocurrió en la anterior película, estructuras anatómicas que solo están descritas en Concavenator aparecen en dinosaurios de la cinta.

Vamos con ello. Hace unas semanas, Frank Marshall (para quien no lo sepa, productor de la anterior y actual entrega de la saga Jurassic) twitteó la siguiente fotografía en el set de rodaje:


Unas sillas del equipo directivo de rodaje (se pueden ver las sillas de Marshall, Colin Trevorrow -director de Jurassic World- y Juan Antonio Bayona -director de Jurassic World 2-  en la imagen) y, de fondo y tras una vitrina, un modelo (¿quizá un animatrónico?) de un dinosaurio terópodo. Hasta aquí, todo normal. Los terópodos son los dinosaurios más abundantes (tanto por cuota de pantalla como por número de especies) en la saga. Sin embargo, no pudimos evitar fijarnos en un detalle muy importante de la anatomía de este dinosaurio al ampliar la fotografía: 


Este terópodo tiene hipertrofiadas las espinas neurales de las vértebras, formando una pequeña vela a lo largo del dorso del animal. Esto es común, sobre todo en el linaje de los espinosaurios (que hacen aparición tanto en Jurassic Park 3 como en forma de esqueleto en Jurassic World), pero el perfil de estas espinas neurales hipertrofiadas es muy particular, muy distinto a Spinosaurus. Si trazamos una silueta del dorso del animal, podemos ver que su perfil tiene un punto álgido justo antes de la cadera, donde se produce un descenso más o menos acusado y una zona un poco más alta justo después de la cadera, al comienzo de la cola. Sumado a esto, si nos fijamos en el cráneo de este dinosaurio veremos un cráneo mucho más corto que el de un espinosaurio, y con cuernos lacrimales bastante desarrollados, muy parecido al de un alosauroideo.



¡Casualidades de la vida! Concavenator es un alosauroideo (concretamente un carcarodontosaurio dentro de ese clado) y además es el único dinosaurio descrito actualmente que presenta un perfil del dorso con ese aspecto: con las vértebras caudales más proximales con espinas neurales hipertrofiadas, un sacro de espinas bajas y unas últimas vértebras dorsales con las espinas también hipertrofiadas, mucho más que en las caudales. El resto del dorso tiene espinas bastante más bajas, dándole un perfil inconfundible.

Es cierto que en la comunidad fan de Jurassic Park hay voces que apuntan para otros terópodos: Metriancanthosaurus es un dinosaurio que aparece fugazmente en Jurassic Park como uno de los embriones robados por el informático Dennis Nedry. No obstante, Metriancanthosaurus parkerii  es un dinosaurio conocido a partir de restos muy fragmentarios y el aspecto de su perfil es por tanto desconocido. "Metriacanthosaurus shangyouensis", nombre que dio Gregory Paul (también responsable de que en el universo de Jurassic Park Deinonychus sea llamado Velociraptor) a Yangchuanosaurus shangyouensis, es un dinosaurio conocido a partir de mejor material. Sin embargo, el aspecto de su perfil no se corresponde con el de Concavenator o el dinosaurio de la imagen de Frank Marshall.


Por el momento, podemos afirmar que, aunque ese dinosaurio no sea Concavenator, la inspiración que tomaron los artistas que lo esculpieron para el film no puede ser otra que el dinosaurio conquense, único dinosaurio que presenta ese perfil del dorso. 

Respecto a su aparición en la película, se ha especulado mucho acerca de si lo que estamos viendo es un animatrónico o una estatua sin mas, pues la localización en la que se ha tomado esa fotografía es un museo (del que JA Bayona compartió este fotograma). Desconocemos la trama y qué sucederá en estas localizaciones, pero hay rumores que apuntan a escenas más terroríficas en la nueva entrega y a dinosaurios fuera de las islas de Costa Rica, así que perfectamente podría ser cualquiera de las dos opciones. Además, si uno se para a mirar los reflejos del cristal en la imagen podrá ver abajo a la izquierda el cráneo de un dinosaurio que parecería un Tyrannosaurus y, un poco más a la derecha, lo que parecería la imagen de un dinosaurio visto desde atrás:


Si nos paramos a mirar el perfil de ese dinosaurio, es también muy parecido al de Concavenator, con dos puntos álgidos en el dorso, así que podría ser que en esta localización aparezcan dos dinosaurios terópodos al menos inspirados en Concavenator, o quizá incluso con ese nombre. 

Sabemos que Juan Antonio Bayona ha conseguido introducir más personal español en la producción de esta nueva entrega de la saga Jurásica. ¿Habrá incluido también de una forma u otra un dinosaurio español en la nueva entrega? ¿Habrá sido un detalle o guiño del equipo técnico a la nacionalidad del director de la película?

Desde Dinosaur Renaissance no podemos sino alegrarnos de ver que el dinosaurio conquense lleva una vez más su influencia a la saga cinematográfica de Parque Jurásico.

PS: Esta entrada también ha sido publicada en El Cuaderno de Godzillin.

martes, 23 de mayo de 2017

Reseña: Recreating an Age of Reptiles

Hacía ya unos cuantos meses que tenía en mi poder "Recreating an Age of Reptiles", del paleontólogo y paleoilustrador Mark Witton, pero no había tenido tiempo de ponerme en serio con él. Afortunadamente, he conseguido reservarle un hueco y leerlo con detenimiento. ¿Queréis saber qué vais a encontrar y qué podéis esperar de él? ¡Acompañadnos!


"Recreating an Age of Reptiles" es un libro sobre paleoilustración publicado en 2016, y escrito e ilustrado por Mark P. Witton. Witton es graduado y doctor por la Universidad de Porsmouth, a la que sigue vinculado. Es uno de los paleoartistas más reconocidos y productivos de la actualidad, además de un experto en pterosaurios. La conjunción de estas dos vertientes le llevó a publicar en 2013 "Pterosaurs: Natural History, Evolution, Anatomy", un extenso y detallado libro sobre pterosaurios, y una obra clave en el conocimiento y estudio de estos animales (Witton también ilustró él mismo este libro, claro). Witton ha organizado varias exposiciones, colaborado en libros, ilustrado varios artículos científicos y participado como asesor científico de, entre otras cosas, la película de 2013 "Caminando con Dinosaurios". No es mal currículum, ¿verdad?


Pero me estoy yendo por las ramas. Aquí habíamos venido a hablar de "Recreating an Age of Reptiles", así que vamos al lío. Este libro, de lectura rápida, es una recopilación de ilustraciones sobre criaturas del Mesozoico hechas por Witton en los últimos años, más algunas piezas nuevas creadas para dicho libro. Si seguís a Witton en redes sociales es muy probable que hayáis visto ya todos o casi todos estos dibujos, pero nunca está mal verlos en un volumen a todo color y algunos de ellos hasta a doble página. Realmente merece la pena verlo fuera de la pantalla de un ordenador. 

Uno de las muchas ilustraciones del libro de Witton: una manada de Machairoceratops cronusi se pega un buen baño en un lago. 

Más allá del enorme despliegue de paleoarte que hace Witton en su libro, lo interesante es que cada una de las piezas mostradas en él va acompañado de un buen párrafo explicativo. Así, Mark Witton nos cuenta qué le llevó a hacer esa ilustración, por qué los animales están representados de esa o aquella forma o con tal o cual actitud, qué hay de ciencia detrás de ella, qué es especulación pura y dura... etc. De esta manera, tenemos una completísima información de mano del propio artista sobre por qué esa pintura es así. Y a mí, personalmente, eso me encanta.

Un espinosáurido, según las nuevas reconstrucciones para estos animales, paseando al atardecer. 

Las ilustraciones, y por tanto el libro, están divididas en varios bloques: terópodos, animales marinos, saurópodos, animales que cavaban túneles o madrigueras (un poco cajón de sastre), pterosaurios, mamíferos y formas afines, Dimorphodon (es decir, más pterosaurios), animales dulceacuícolas, dinosaurios de Reino Unido (recordemos que Witton es inglés), ceratopsios, animales del Triásico, Tyrannosaurus rex y azhdárquidos (sí, de nuevo más pterosaurios). Hay que añadirle, claro, los típicos capítulos de introducción y "Sobre el autor" al principio, y un más que recomendable último capítulo al final del libro sobre la caducidad del paleoarte producido. Aquí Witton nos deja una serie de interesantes reflexiones sobre la importancia de esta disciplina como manera de registrar el pensamiento científico de los días que vivimos: en el futuro el paleoarte producido ahora no será válido desde un punto de vista científico, pero tendrá un importante valor histórico.

Un poco de especulación: una hembra de Tyrannosaurus decide adoptar a un pequeño Triceratops. Comportamientos así se ven a veces en animales en la actualidad. A otros tiranosaurios, obviamente, no les parece bien.

Además, "Recreating an Age of Reptiles" cuenta con un valor añadido más: permite apreciar la evolución de Witton como artista.  Aunque, como ya he comentado, la mayoría de las ilustraciones del libro son piezas preexistentes, muchas de ellas han pasado por un proceso de chapa y pintura en el último par de años de cara a la publicación de este volumen. Aún así, Witton ha mantenido intactos algunos dibujos en este tomo, gracias a lo cual podemos darnos cuenta de lo mucho que ha mejorado este paleoilustrador. Siempre alejado del fotorealismo y fiel a su propio estilo, Witton lo ha mejorado y lo ha vuelto más elaborado y cuidado, llegando a conseguir algunas pinturas con una luz y una atmósfera alucinantes. Personalmente, es uno de los paleoilustradores actuales que sigo con más interés y que más me gusta gracias al tono resultón de sus trabajos.

Como bien muestra esta ilustración, Tupandactylus era un pterosaurio que sufría ataques de melancolía recurrentes. 

Solo me queda recomendar encarecidamente este libro: 110 páginas de ilustraciones chulas de dinosaurios y otras criaturas del Mesozoico, explicaciones de cada una de ellas en inglés (nada especialmente complicado, por cierto), un poco de humor y algunas interesantes reflexiones. Mi única pega es el formato del libro: la tapa blanda, el tipo de papel y el tamaño de algunos de los dibujos no permiten apreciarlos como realmente se merecen.

Un par de coquetos Longisquama haciendo cosas de Longisquama

En relación con lo último que he comentado, afortunadamente hemos sabido hace poco que está en camino "Dinosaur Art 2", continuación de aquel maravillo libro de 2012 de igual título. No sabemos mucho todavía sobre él más allá de que se sale a la venta en octubre y que contará con las ilustraciones de, entre otros, de Andrey Atuchin (por lo que vemos en la portada), Emily Willoughby y el artista que nos ocupa, Mark Witton. Será una oportunidad estupenda para ver su arte en todo su esplendor.


Y si os gustan las ilustraciones de Witton, recordad que podéis seguirle en Twitter, en su blog y web personal y, si os mola de verdad y queréis apoyarle económicamente, en su cuenta de Patreon. Lo que no entiendo es por qué no habéis comprado todavía "Recreating an Age of Reptiles". ¿A qué esperáis? ¡Venga! ¡Hop, hop!

miércoles, 15 de febrero de 2017

Osteodermos de Titanosaurio de Lo Hueco (II): Su función fisiológica

Aunque han pasado unos cuantos años desde que en este mismo blog hablé de los osteodermos de titanosaurio de Lo Hueco que publicábamos en la revista PLoS one un servidor, Francisco Ortega (UNED) y José Luis Sanz (UAM), a mí me parece aún que fue ayer. Aquella publicación surgió del que fuera mi proyecto de fin de carrera, y como podéis leer aquí, para mí supuso el comienzo de mi carrera como investigador. Sin embargo, los osteodermos de titanosaurio de Lo Hueco aún tenían muchas cosas que contarnos. No en vano, los titanosaurios son los últimos de los saurópodos, y los únicos que tenían armadura dérmica, por lo que conocer qué funciones podían desempeñar estos osteodermos quizá arrojara luz en la historia evolutiva de estos dinosaurios. 

Imagen 1 - Cuando se decidió estudiar los osteodermos de titanosaurios de Lo Hueco supimos que darían para mucho... aunque para franquicia, franquicia...

Para esta segunda entrega hemos estudiado el papel que jugaría la armadura dérmica en la fisiología de los titanosaurios. Estudios previos de Kristina Curry Rogers y colaboradores habían mostrado la existencia de cavidades medulares dentro de algunos osteodermos de Rapetosaurus, mientras que otros atribuibles a la misma especie estaban simplemente vascularizados, siendo muy compactos por lo demás. Esto era un fenómeno muy curioso para el que ofrecieron una hipótesis: la desmineralización de los osteodermos no es fruto de una patología, sino que se trataría de una adaptación fisiológica. ¿Una adaptación fisiológica a qué?
Los autores propusieron 3 hipótesis que explicarían la desmineralización activa de los osteodermos: i) adaptación a ambientes estacionales extremos por parte de los titanosaurios, ii) relacionada con procesos típicos del envejecimiento, como la osteoporosis y iii) debido a la necesidad de formar la cáscara de los huevos en hembras fecundas.


Imagen 2 - Osteodermo de Rapetosaurus publicado en 2011, donde se puede ver la gran área desmineralizada que hay en su interior.

Y aquí es donde entra el yacimiento de Lo Hueco. Como ya es conocido, Lo Hueco es un yacimiento con un gran número de individuos articulados de titanosaurios donde se han encontrado un alto número de osteodermos asociados muy bien preservados. En concreto se hizo énfasis en la muestra del nivel estratigráfico llamado G1, puesto que el hecho de tener esqueletos articulados sin evidencia de carroñeo implica un enterramiento rápido, permitiendo asegurar con cierta confianza que los titanosaurios allí enterrados murieron en un intervalo de tiempo parecido. Gracias a lo amplio de la muestra de G1 de Lo Hueco, de las mayores colecciones de osteodermos de titanosaurios a nivel mundial, se ha podido encontrar evidencia para poder contrastar las hipótesis propuestas por Curry Rogers et al. El análisis de los osteodermos se hizo tanto mediante la observación de fracturas naturales en los osteodermos como a través de tomografía axial computerizada (TAC), en el Institut Català de Paleontologia en Sabadell.

Esto fue lo que pudimos observar mediante el TAC y las observaciones de fracturas:

Imagen 3 - Reconstrucción de un titanosaurio del yacimiento de Lo Hueco, con la hipótesis de dos filas parasagitales de osteodermos que presentamos el año 2014. A la derecha se puede ver en verde el canal neurovascular reconstruido a partir de la información obtenida por CT-Scan. En morado, la evolución de la desmineralización del osteodermo, comenzando debajo del bulbo y propagándose hacia el extremo de la raíz.

  • Los osteodermos de titanosaurio tienen un sistema de canales neurovasculares que se distribuye del mismo modo en todos los ejemplares. Este sistema de canales comienza por un único foramen de entrada, en la cara visceral o profunda del osteodermo, con un canal que irriga el osteodermo en sentido visceral-superficial y, en seguida, se ramifica en sentido latero-medial y antero-posterior (ver imagen 3). 
  • Algunos osteodermos están asociados a individuos concretos de titanosaurio, como HUE-EC-11, un conjunto de vértebras, costillas y huesos largos de un único individuo asociado a 2 osteodermos.
  • De una muestra de 10 osteodermos lo suficientemente bien preservados del nivel G1 de Lo Hueco, solo 3 mostraban evidencia de descalcificación.
  • Esta descalcificación estaba siempre asociada al sistema de canales neurovasculares, y seguía un patrón: la zona del bulbo (la de mayor espesor) era la primera en descalcificarse, extendiéndose hacia el extremo de la raíz conforme se iba descalcificando más y más. Esto confirmaba que la desmineralización no era accidental, pues la asociación siempre a los canales neurovasculares implicaba un papel de estos en la desmineralización. 

Aquí llegaba la parte peliaguda. La de interpretar estos datos y ver cómo encajaban dentro de las hipótesis propuestas por Curry-Rogers. Como una de las características de una hipótesis científica es su capacidad predictiva, decidimos elaborar una serie de predicciones para cada una de las hipótesis y ver qué predicciones se cumplían en la muestra de Lo Hueco y cuáles no. Las predicciones fueron las siguientes:

Imagen 4 - En Lo Hueco los osteodermos son como los pimientos del padrón: unos huecos (arriba) y otros no (abajo)
  1. Si la desmineralización de los osteodermos fuese una adaptación a ambientes estacionales extremos, habría evidencia bien de desmineralización o de remodelación extrema en una importante mayoría de los osteodermos. 
  2. Si la desmineralización estuviera relacionada con procesos típicos del envejecimiento, como la osteoporosis, los individuos encontrados asociados a osteodermos desmineralizados presentarían una remodelación histológica extrema de sus huesos largos y costillas, como se sabe que ocurre en saurópodos senescentes.
  3. Si la desmineralización fuese debido a la necesidad de formar la cáscara de los huevos en hembras fecundas, tendría que ocurrir que
    1. Los osteodermos fuesen el único depósito de minerales disponible
    2. Osteodermos de tamaños grandes y morfología comparables (presuntamente asociables a individuos adultos) tanto desmineralizados como compactos.
    3. Un número mediano a pequeño de osteodermos de la muestra desmineralizados.
Como podemos comprobar con las observaciones, la muestra obtenida de osteodermos desmineralizados frente a osteodermos compactos es de 3 desmineralizados frente a 7 compactos, lo cual no encaja con las predicciones de la primera hipótesis pero sí con las 2 y 3. Ya que HUE-EC-11 estaba asociado a un osteodermo desmineralizado, se escogió realizar un análisis histológico de ese titanosaurio. EC-11 no era ni un juvenil ni senescente, sino más bien que estaba en la flor de la vida, de modo que de forma preliminar pudimos determinar que la desmineralización de sus osteodermos no era fruto de la vejez.

La hipótesis 3 era por tanto la que tenía más evidencia a favor que en contra de todas. No en vano, autores como Dacke ya habían propuesto que animales tan neumatizados como los titanosaurios (estos dinosaurios presentan vértebras y cinturas completamente invadidas por sacos aéreos) dispondrían antes del mineral de los compactos osteodermos que de sus otros huesos, muy deficientes en fase mineral. Pero los datos de los arcosaurios actuales que tienen osteodermos, los cocodrilos, tenían algo que aportar a esta interpretación también. Tanto Alligator como Caiman como Crocodylus, tres géneros de cocodrilos relativamente lejanamente emparentados, han sido observados descalcificando sus osteodermos masivamente debido exclusivamente a procesos relacionados con la formación de la cáscara de los huevos. Solo las hembras que han puesto al menos una vez huevos remodelan sus osteodermos.

Imagen 5 - Los autores de la investigación. De izquierda a derecha: Francesc Gascó, José Luis Sanz, Daniel Vidal (quien escribe estas líneas), Francisco Ortega y Alejandro Serrano.


¿Y qué hemos podido concluir de este estudio, en última instancia?

Bien, de entrada que la desmineralización de los osteodermos está ligada a su sistema de canales neurovasculares, y que por tanto era una desmineralización activa, ligada a necesidad fisiológica de minerales.
Por otro lado, la muestra de Lo Hueco nos da más pistas acerca del papel fisiológico de los osteodermos: la hipótesis de una adaptación a ambientes estacionales extremos no parece cumplirse en la muestra de Lo Hueco, mientras que la hipótesis de la desmineralización para formar la cáscara de los huevos parece estar algo mejor sustentada, ya que es la única hipótesis compatible con la evidencia recuperada en Lo Hueco.

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Referencias

Curry Rogers, K., D’Emic, M., Rogers, R., Vickaryous, M. & Cagan, A. Sauropod dinosaur osteoderms from the Late Cretaceous of Madagascar. Nature Communications 2, 564 (2011).

Dacke, C. G. et al. Alligator osteoderms as a source of labile calcium for eggshell formation. J. Zool. 297, 255–264 (2015).

Vidal, D., Ortega, F., Gascó, F., Serrano-Martínez, A., Sanz, J.L. The internal anatomy of titanosaur osteoderms from the Upper Cretaceous of Spain is compatible with a role in oogenesis. Scientific Reports 7, 42035; doi: 10.1038/srep42035 (2017).

viernes, 3 de febrero de 2017

Reseña: Tiempo de Reptiles


Como ya os comenté por aquí, después de leerme el tercer tomo de Age of Reptiles ("La Travesía") me quedé con ganas de catar más de esta serie de Ricardo Delgado. Qué suerte la mía: hace unas semanas apareció Dani con un ejemplar original de los años 90 de esta colección, y me lo dejó para que le echara un ojo. El tomo que me dejó corresponde al primero de esta colección, cuyo título original es Tribal Warfare  (esto es, "Guerra Tribal"), publicado originalmente en 1993 y compuesto por cuatro números. Este primer volumen de Age of Reptiles narra las hostilidades entre una manada de Deinonychus y una de tiranosaurios. Todo comienza cuando un ejemplar de Tyrannosaurus llamado Lomo Azul arrebata la presa al grupo de dromeosaurios; estos le seguirán hasta su nido y le devolverán el golpe, y partir de ahí comienza una escalada de violencia que acaba en guerra total entre las dos manadas. 


¿Empezamos con las cosas malas, si os parece? Bueno, como en el caso de PALEO. Historias del Cretácico tardío, este primer tomo de Age of Reptiles es muy hijo de su tiempo (y todavía más que en el primero, pues estamos hablando de principios de los años 90). Podemos encontrar, por tanto, todos los tópicos relativos al conocimiento de dinosaurios de la época: carnívoros hiper agresivos e hiper ágiles, dromeosaurios súper inteligentes y con mortíferas garras viviendo y cazando en manadas de manera coordinada... Sumadle a todo esto ciertos detalles anatómicos que duelen a la vista (aunque esto es muy habitual en el mundo del cómic, claro) y la ausencia casi total de plumas (hay por ahí algún penachillo en alguno de los Deinonychus y en algún otro terópodo). En cualquier caso, repito que estamos hablando de principios de los 90, cuando no se habían descubierto todavía dinosaurios emplumados, así que... ¿quién soy yo para juzgar? Por otro lado, el peso de los herbívoros en esta historia es nulo: sí que aparecen de vez en cuando, pero quedan relegados a meros espectadores de la acción o a simples víctimas de los carnívoros. Y finalmente, la clásica metedura de pata de juntar a animales que no vivieron  ni en la misma época ni en el mismo lugar: Deinonychus, Tyrannosaurus, Saltasaurus, Pteranodon, Parasaurolophus, Chasmosaurus, Euplocephalus, Kentrosaurus, Brachiosaurus, Oviraptor, Struthiomimus, Carnotarus, Baryonix, Dilophosaurus... y aún podría seguir un rato así. Todos estos bichos se juntan en una sola historia, para dolor del paleontólogo estricto. Además... bueno, las animales no se comportan del todo como animales, claro. Aunque no hablan, todos sus actos parecen estar regidos por una intencionalidad clara, lo que resta realismo.


La verdad es que el tercer volumen, "La Travesía", me gustó bastante más que este que nos ocupa, tanto en historia, narración, rigor científico (aunque tampoco era la repanocha) y dibujo. Creo que tenía mucha más personalidad que Tribal Warfare. Y sin embargo, muchos de los elementos que me gustaban de aquel están también en este (o debería ser al revés, mejor dicho, puesto que este primer tomo es anterior, ¿no?). En este volumen 1 de Age of Reptiles tampoco hay diálogos, ni narración, ni nada que se le parezca. Todo a base de pura narrativa visual. Y cuanto más lo pienso, más me flipa que, solo con imágenes, sea capaz de contar de manera tan efectiva una historia que podría haber salido de una película de gansters. Porque a ratos es lo que parece este cómic: un El Padrino con dinosaurios. Y lo más sorprendente de todo es que funciona, y funciona muy bien. Todo esto, aderezado con algunas imágenes muy muy chulas. Además, al final del volumen hay un glosario con cada uno de los animales que aparecen en el cómic, una especie de "Quién es quién" dinosauriano, con su nombre y su foto (sí, muchos de los dinosaurios que salen en la historia tienen un nombre propio y unas características físicas concretas que los diferencian de otros miembros de su misma especie).


Si podéis haceros con él y echarle un ojo, yo os lo recomiendo. Y ahora, mis ganas de leer The Hunt (segundo volumen, que trata sobre un alosaurio buscando venganza por la muerte de su madre a mano de dos ceratosaurios) y Ancient Egyptians (cuarto tomo, con un Spinosaurus como protagonista) son mayores que nunca. ¡Tendré que hacerme con ellos!


Y de regalito extra... Programa número 6 de DinoBusters: Los Huevos del Hambre. ¡Que lo disfrutéis!